La madera quemada o de aspecto carbonizado tiene un encanto especial, en parte por el tono negro mate que adquiere y por la textura rugosa y desigual, que no lo da ningún tinte o barniz. Su origen lo hallamos en el Shou Sugi Ban, una técnica ancestral japonesa, que consiste en carbonizar la superficie del tablón de madera para prolongar su vida hasta 80 años, ya que la hace resistente a las plagas y, paradójicamente, al fuego.